Aún inmersos en la gozosa celebración de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, nos vemos profundamente conmovidos por la triste noticia del fallecimiento de Su Santidad el Papa Francisco. La alegría pascual se entrelaza hoy con el dolor de una pérdida irreparable para la Iglesia y para el mundo entero.
Elevamos nuestras oraciones al cielo, confiando en que nuestros Sagrados Titulares lo reciban en su seno con ternura y gloria, y que le concedan el merecido descanso eterno en la paz del Señor. Que su vida entregada al Evangelio, a los más pobres y a la renovación de la Iglesia sea luz que siga guiando nuestro camino como fieles cristianos.
Descanse en la eterna misericordia de Dios, el Buen Pastor.