Las pinturas del columbario tienen como resultado visual un encuentro entre los recursos que vemos en las obras de grandes maestros de la historia del arte y elementos contemporáneos como es el cine, las series de televisión de las grandes plataformas, recursos pictóricos con otro lenguaje o un paisaje actual de Campillos que representa el municipio tal cual es hoy. Congelando casi una imagen del pueblo que ha cambiado a lo largo de la historia y que seguirá cambiando.
Obra pictórica del Columbario
Evangelio de San Juan 20, 19-31. La incredulidad de Tomás / 250 x 150 cm / óleo sobre lino.
“Porque has visto has creído, dichosos los que no han visto y han creído”
Esta es la primera escena que vemos cuando entramos al columbario. Sabemos de la importancia didáctica que tenían este tipo de obras en épocas anteriores, cuando eran pocos los que sabían leer y escribir. Las obras de entonces tenían que ser muy claras, muy visuales para enseñar a la gente qué ocurría allí. En la actualidad (2022), con la educación como derecho fundamental de la población, al autor le parece que las obras no tienen que ser tan evidentes, todos podemos leer las sagradas escrituras afortunadamente. Interesa expresar los sentimientos, la duda, lo escéptico… lo humano. Al fin y al cabo, las sensaciones que estas personas experimentaron hace más de dos mil años.
Si observamos, vemos a Jesús descalzo en esta obra, se hace una alusión al antiguo testamento (Éxodo 3:4-5) cuando Dios le dice a Moises “descálzate, porque el lugar donde estás es sagrado”, toda una declaración a las personas que visiten este, ya, lugar sagrado, bendecido por el Obispo de Málaga. Esta obra es un homenaje a los restos de las personas que se encuentran en el columbario, estas han creído y no han visto. En la obra sale Santo Tomás que tuvo que ver para creer, vuestros hermanos son dichosos porque creyeron y no vieron.
A través del juego de luces apreciamos la intención de crear profundidad en una obra bidimensional como es un cuadro. La ventana nos da paso a otra estancia, y esta a su vez a la calle a través de otra ventana… no sin antes proyectarse luces y sombras en el suelo con mantas y esteras. También apreciamos ese destello divino que parece emanar el rostro del señor y que hace centrar ahí todas las miradas.
Evangelio San Marcos 16: 6-7. Las mujeres en el sepulcro / 250 x 150 cm / óleo sobre lino
“Las mujeres buscan a Jesús Nazareno y ha resucitado”
Las mujeres son las primeras en enterarse de la resurrección de Jesús. Cuando llegan al sepulcro para hacer los rituales de enterramiento de la época, la piedra que cerraba la entrada está rodada y dentro no ven el cuerpo de Jesús, lo que encuentran son los restos de la resurrección, como es el lienzo en el que estaba envuelto, y alguien les dicen “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.
Si nos ponemos en las circunstancias del momento, encontramos que los discípulos están escondidos, acaban de ejecutar a su Maestro y ellos son perseguidos. Estas mujeres se arriesgan a ir a la tumba de Jesús, son valientes y salen para seguir con estos rituales de enterramiento. Fijaos en su sorpresa cuando llegan y ven que la tumba está abierta, el cuerpo no está, y esta persona les dice eso. Esta obra representa esa imagen de asombro. ¡Cuál sería su sorpresa! Su extrañeza. Después de tantos días de sufrimiento, de ver ese “final” tan trágico del Mesías, después de arriesgarse a salir para visitar su sepultura… encuentran que Él no está. Esto les pasará a tantas personas que vayan a visitar en el columbario los restos de su familiar, de su ser querido y no encuentren su rostro, su presencia tal y como le conocían. Pero tendrán el consuelo de estar junto a sus restos mortales y saber que están con el Señor, que buscan entre los muertos a alguien que ya está en mejor vida. Podrán sentirse como estas mujeres, pero a su vez reconfortados/as.
Evangelio San Lucas 24:29
“Pero ellos le obligaron a quedarse, diciendo: –Quédate con nosotros, porque ya es tarde y se está haciendo de noche. Entró, pues, Jesús, y se quedó con ellos.”
En esta obra vemos una invitación a Jesús. Observamos como uno de estos discípulos le agarra la mano estigmada y le invita a entrar… a quedarse. Una declaración de intenciones para sugerir a Jesús a entrar ahí, al Columbario, para que se quede con nosotros y con nuestros seres queridos. Se nos muestran a diferentes discípulos, a María, su madre, o a María Magdalena. Todos con semblante serio, incluso apesadumbrados… aunque a la vez esperanzados, reconciliadores… esa escena casi familiar en la que nos introduce en la zona inferior ese kilim, ese rojo del manto de San Juan, ese azul intenso de María Magdalena o el negro del luto. Estas escenas se vivirán cuando en familia vayamos al Columbario a visitar los restos y sepamos que Jesús les tiende su mano, está con ellos y con nosotros.
Evangelio de San Mateo 28: 16-20
“Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Aquí vemos a Jesús abrazando a dos hombres, hay otro en primer plano a la izquierda y una mujer con su hijo a la derecha. Esta última obra está ubicada muy cerca de donde estarán depositadas las cenizas de nuestros seres queridos. No se encuentra ubicada ahí por casualidad, está ahí para que todo el que pase a visitar a algún ser querido recuerde que el Señor está con ellos. Los está abrazando, los está cuidando, se encuentra con ellos… esta pintura no está ahí porque nos haya gustado esa ubicación, sino porque quiere hacernos recordar que pese a la tristeza que podamos tener al visitar el lugar, recordemos que Jesús está con ellos. Vemos dos ángeles en la parte superior que nos habla de lo celestial, del cielo, y cómo el Señor está en contacto con él a través de ese halo que emana de su cabeza. También es muy importante aquí la figura infantil, el niño. Desgraciadamente hay niños y niñas que pierden la vida, que no llegan a la madurez, y seguramente en algún momento se encontrará algún niño ahí. Así que es por ello la presencia de esta figura en la obra y la importancia de representar a este colectivo.
Hechos de los Apóstoles 1:9-11
“Después de esto, los apóstoles vieron cómo Jesús era llevado al cielo, hasta que una nube lo cubrió y ya no volvieron a verlo. Mientras tanto, dos hombres se aparecieron junto a los apóstoles. Estaban vestidos con ropas muy blancas, pero los apóstoles no los vieron porque estaban mirando al cielo. Entonces aquellos dos les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí, mirando al cielo? Acaban de ver que Jesús fue llevado al cielo, pero, así como se ha ido, un día volverá.»”
Esta es la obra que nos encontramos de frente al entrar al columbario. La Ascensión del Señor. Llegados a este punto os preguntaréis “¿Qué hay de contemporáneo en esto? El autor había intentado aportar algo a escenas representadas miles de veces a lo largo de la historia.” Pues es sencillo, la técnica es tradicional, pero en la imagen podemos ver obras que están inspiradas en el cine (la famosa película del Mel Gibson, por ejemplo), en series de Netflix y otras plataformas digitales de series, además de cuadros “clásicos” de grandes maestros que nos han llevado hasta hoy. Los resultados son obras que hace 10, 20 o 30 años no podían haber sido creadas, pues no existían algunos de los referentes que se utilizan para la realización de las obras. También hay personas vivas que han posado y han quedado inmortalizadas en la obra, así como objetos y elementos domésticos del estudio de Rafael Laureano que también ha pintado. En esta obra, en particular, hay otro elemento que hace inmortalizar el momento en el que fue realizada, como es un paisaje de Campillos, hoy, con un cielo que nos recuerda la bandera local. Un perfil del municipio que era diferente hace unos años y será distinto dentro de otros, pues en una localidad viva, constantemente se están construyendo, reformando y cambiando edificios.
En la zona inferior vemos a discípulos, seguidores… mirando, señalando, rezando, meditando… todo con unos arrastrados de color que quieren simular el aire, el movimiento que habría en ese momento. En el árbol no hay ni una hoja quieta, los verdes, los celestes y ocres se deslizan a través del cuadro. Arriba el Señor ascendiendo a los cielos.
Esta pintura es la más colorida del conjunto, pues hay que recordar que estas obras están realizadas en tiempo de pandemia e inevitablemente la paleta se tiñe más oscura, pues día a día escuchábamos las noticias, los datos de muertos, de contagios o de las UCI. El autor confesaba que los que trabajan para el arte no son inmunes a ello. Este es el más colorido, porque al final lo que nos queda es la esperanza, el deseo de estar junto a Él para la eternidad. Es el que más esperanza rezuma al espectador, pues vemos parte de la promesa que Él nos hizo.