Columbario

Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo por parte de la comunidad cristiana. Sus tumbas se convirtieron en lugares de oración, recuerdo y reflexión. Los fieles difuntos son parte de la Iglesia, que cree en la comunión «de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan de la bienaventuranza celeste, y que todos se unen en una sola Iglesia».

Para un cristiano, memoria e identidad son inseparables. La conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Cada persona, su existencia, es un absoluto que reclama un lugar con nombre y fecha propios. Borrar las huellas del prójimo es declararlos inexistentes. Convenimos que los restos de nuestros seres queridos sean depositados en un lugar propio y sagrado, perviviendo la cercanía con ellos, y donde sea posible expresar un amor que nace de la gratitud y la esperanza. Convertimos nuestra Casa Hermandad en este lugar donde el respeto y la veneración a los que nos han precedido forman parte de nuestra forma de entender el misterio de la muerte y la resurrección.

Uno de los principales fines por los que fue instituida esta Hermandad, ha sido, y es, la de dar cristiana sepultura a nuestros hermanos difuntos y ofrecer sufragios por su eterno descanso. Así se hace referencia en el Libro Primero de Cabildo y Cuentas Generales de nuestra Archicofradía (1648-1802). A esta labor asistencial se le vino a llamar Luminarias, nombre con el que aún hoy se le conocen en nuestra Corporación.

Esta luminaria, ha sido recuperada con la construcción de Columbarios en nuestra antigua Casa Hermandad, que desde el 26 de marzo de 1983 nos cobijó y que cuenta en nuestro haber desde 1916, para que los Hermanos, de esta Muy Antigua Archicofradía y las familias cristianas que así lo deseen, puedan depositar las cenizas de sus difuntos permaneciendo en un lugar sagrado y bajo la protección y bendición de nuestros Sagrados Titulares; todo ello con la observancia de la legislación diocesana sobre columbarios y demás normas canónicas y litúrgicas emanadas de nuestra Santa Madre Iglesia.

El proyecto original de este edificio fue realizado por nuestros Hermanos Cofrades D. Andrés Carrasco Torres y D. Diego Sánchez Berdún. Su fachada está inspirada en la Basílica de María Santísima de la Esperanza Macarena de Sevilla, tiene molduras en cemento y termina en un campanario. La puerta de medio punto es de madera de pino oregón de 6 metros de altura y 4.35 de anchura y fue realizada por hermanos carpinteros. Está flanqueada por dos columnas de piedra de orden dórico, rematadas por unas pilastras en cuyas caras lucen los escudos de todas las Hermandades de Campillos, realizados en mosaicos de Cerámica Santa Ana de Sevilla y, adornadas con elementos cerámicos tornasolados.

Con fecha 31 de enero de 2019 se aprobó en Junta de Gobierno por unanimidad de los presentes el proyecto definitivo de reforma y adaptación de nuestra Casa Hermandad en Columbarios. Se distribuye en dos plantas, la planta baja en zona de oración y sala de columbarios y, planta primera para una futura ampliación.

La zona de oración provoca un ambiente de recogimiento y sosiego. Está rodeada por una representación pictórica del artista sevillano D. Rafael Laureano Martínez González. La obra principal es la gloria de la resurrección. En las demás, se hace un recorrido desde la muerte hasta la resurrección de la obra central y la figura de la Virgen.

– Primero una vánitas, como ya hiciera Valdés Leal, recordando que todas las riquezas y bienes materiales los dejaremos en este mundo. Solo la caridad, la fe, los buenos actos y acciones se nos valorarán en el reino de Dios.

– Segundo, en una tierra tan mariana como la nuestra y para todos aquellos que tienen su máxima devoción a María Santísima de las Angustias, lo dedicaría a la Virgen, a los dos momentos clave de la que es la mejor cristiana y el modelo de santidad. Estos dos momentos son: la encarnación

“He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” y al mandato que María nos dicta “haced lo que Él os diga”. De este modo, recordamos la vida ejemplar de la Madre de Jesús y todos aquellos que en vida han tenido veneración por Ella.

– Tercero, haría una escena del Santo Tomás, Apóstol y su incredulidad, metiendo el dedo en la llaga. Haciendo referencia a las palabras de Jesús “bienaventurados los que no vieron y creyeron”, enalteciendo así a todos los hermanos difuntos que allí se encuentran, que no vieron y creyeron.

– Cuarto, pintaría a Cristo en el santo sepulcro, principal advocación de la Hermandad y principal motivo de la cripta o columbario.

Esta representación pictórica se encuentra bajo una cúpula de estrellas en pan de oro sobre  fondo azul, realizando así una conexión con la Jerusalén Celestial y se presenta, por tanto, a la comunidad cristiana como ¨ciudadanía¨ de dicha Jerusalén. Está cúpula termina en una linterna con cuatro vidrieras con los siguientes motivos: el Pelicano, símbolo del Amor a Cristo, la Cabeza del Cordero, simbología de Dios, Alfa y Omega, principio y fin y el Espíritu Santo.

La Sala de los Columbarios está presidida por una obra de María Santísima de las Angustias con los brazos abiertos acogiendo como Madre a todo aquel que descansa en este Lugar Sagrado.

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