Quinario en Honor y Gloria a María Santísima de las Angustias

Con la llegada del otoño y, sus primeras brisas, las hojas secas tras todo un verano empiezan a caer, cubriendo de un manto cobrizo nuestras calles. Es en esta época del año cuando, según los estatutos de la Real, Ilustre y Muy Antigua Archicofradía y Hermandad del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de las Angustias, tiene por designio ensalzar y glorificar la imagen sagrada de su titular mariana, celebrando Quinario en honor y gloria de María Santíma de las Angustias.

Los cultos se convierten en punto de encuentro para todos los feligreses y fieles que profesan una absoluta y profunda devoción hacia nuestra titular mariana. Esta semana la ofrecemos a ensalzar la figura de María, al pie de la Cruz, con el cuerpo sin vida de su Hijo.

Movidos por la Fe cristiana, con mucho recogimiento, imploramos de forma muy especial a Nuestra Madre las intenciones de cada día de Quinario. Cinco días en los que nos ofrece su bendición la excelsa figura de María, al pie de la Cruz, acogiendo el cuerpo inerte de su Hijo. Presidiendo el altar mayor de nuestra Sede Canónica, para los hermanos de la cofradía, María bajo la advocación de las Angustias, se convierte en el epicentro de rosarios llenos de devoción que inundan el templo con las más íntimas plegarias.

Con la llegada del otoño y, sus primeras brisas, las hojas secas tras todo un verano empiezan a caer, cubriendo de un manto cobrizo nuestras calles. Es en esta época del año cuando, según los estatutos de la Real, Ilustre y Muy Antigua Archicofradía y Hermandad del Santo Entierro de Cristo y María Santísima de las Angustias, tiene por designio ensalzar y glorificar la imagen sagrada de su titular mariana, celebrando Quinario en honor y gloria de María Santíma de las Angustias.

Los cultos se convierten en punto de encuentro para todos los feligreses y fieles que profesan una absoluta y profunda devoción hacia nuestra titular mariana. Esta semana la ofrecemos a ensalzar la figura de María, al pie de la Cruz, con el cuerpo sin vida de su Hijo.

Movidos por la Fe cristiana, con mucho recogimiento, imploramos de forma muy especial a Nuestra Madre las intenciones de cada día de Quinario. Cinco días en los que nos ofrece su bendición la excelsa figura de María, al pie de la Cruz, acogiendo el cuerpo inerte de su Hijo. Presidiendo el altar mayor de nuestra Sede Canónica, para los hermanos de la cofradía, María bajo la advocación de las Angustias, se convierte en el epicentro de rosarios llenos de devoción que inundan el templo con las más íntimas plegarias.

Reza con nosotros

Dulcísima Reina y Madre mía, postrado ante el trono de vuestra devota imagen de María Santísima de las Angustias, proclamo con la efusión más tierna de mi corazón, que sois aquella criatura privilegiada que tiene en sus manos la omnipotencia del Padre, la misericordia del Hijo y el inmenso amor del Espíritu Santo; ¡venturoso el pueblo que sepa, según tus méritos, darle el honor y la alabanza! Ojalá pudiese yo hacer ostensible a todo el mundo con el doctor de la gracia, el incomparable San Agustín, que nadie, nadie que haya acudido a tus entrañas de amor ha sido desamparado. Vuestro cariño, Madre mía, me ha inundado de alegría en todo tiempo, y siempre encontré gran satisfacción en tu protección y en tu clemencia; pero cuando en mis aflicciones y trabajos me he dirigido a Vos, ha sido tan decidida tu misericordia, que mi corazón no puede daros más rendidas gracias por vuestra propiación imponderable. Ante tu altar de refugio, ante cualquier estampita de Vos, eminentísima María, os invocaré, como a Madre de mil Salvador y madre de mi salud, derramaré mi corazón y le pondré todo entero en vuestras manos Divinas. Bendita seas, Nuestra Señora de las Angustias, porque en mis penas y amarguras me diste consuelo, en mis trabajos alivio, en mi enfermedad virtud. Continuad, Madre mía, dispensándome vuestra protección, reclamo tu amor con interés y espero con confianza tus misericordias; es en este mundo mi única esperanza nuestro amantísimo Jesús, y después de Jesús lo sois Vos, oh Madre mía. Así sea.

Oración final

Señor Dios nuestro, que hiciste de la Virgen María el modelo de quien acoge tu palabra y la pone en práctica, abre nuestro corazón a la bienaventuranza de la escucha y con la fuerza de tu espíritu haz que también nosotros nos convirtamos en un lugar santo en el que se cumple hoy tu palabra de salvación.